Este lunes, el Vaticano confirmó el fallecimiento del papa Francisco, generando una ola de tristeza en millones de fieles alrededor del mundo. El Pontífice argentino, recordado por su cercanía con la gente y su mirada compasiva, también fue reconocido por su pasión futbolera, en especial por los colores de San Lorenzo de Almagro, el club de sus amores.
Sin embargo, Francisco también tuvo gestos de cariño con el fútbol del interior del país, y San Juan supo hacerse presente con dos camisetas que llegaron a sus manos: la de San Martín de San Juan y la de Atlético de la Juventud Alianza.
El día que San Martín llegó al Vaticano
En 2013, durante una histórica audiencia en la Santa Sede, el Papa recibió a una comitiva de la Asociación del Fútbol Argentino. Entre los presentes estuvo Jorge Miadosqui, actual Secretario de Selecciones Nacionales y presidente del club San Martín de San Juan.
Aquel día, el dirigente sanjuanino le obsequió al Papa un poncho típico de la provincia y la camiseta del Verdinegro.«Fue un día especial en mi vida. Agradecido de lo que me dio el fútbol. Él despierta una sensibilidad única en todos, sin importar la religión. Lo que viví fue increíble», expresó Miadosqui en ese entonces, conmovido por el encuentro.
El Lechuzo también voló al corazón del Papa
Otro momento emotivo se dio cuando Sergio Miadosqui, ex presidente de Atléticode la Juventud Alianza, viajó a Roma y tuvo un contacto directo con el Sumo Pontífice. En medio de la multitud, sacó con orgullo la camiseta del Lechuzo y se la entregó al Papa, quien ya era reconocido como el Pontífice más futbolero de la historia.
Aquel gesto fue más que un regalo: fue el reflejo de cómo el deporte puede tender puentes, incluso entre un club humilde del interior argentino y el líder espiritual de la Iglesia Católica.
Francisco, con su carisma y sensibilidad, supo entender el valor social y cultural del fútbol. Su amor por el deporte no solo lo conectó con su pasado porteño, sino también con comunidades de todo el mundo, como la sanjuanina, que hoy lo despide con orgullo y gratitud.




























