Nicolás Gutiérrez, sanjuanino de pura cepa, lleva tres años brillando en el hockey sobre patines francés. Desde su llegada al CP Roubaix, el camino no fue fácil, pero hoy disfruta de un presente que mezcla desafíos deportivos y una vida lejos de casa. Entre anécdotas, sueños y consejos, Gutiérrez abre el corazón y repasa su trayectoria.
Cuando Gutiérrez firmó con el CP Roubaix, el equipo estaba en la segunda división del hockey francés. «La meta era clara: ascender y hacer las cosas bien. Hoy, tres años después, estamos consolidados en Primera, jugando Copa de Europa y buscando dejar nuestra marca en la Copa de Francia», cuenta con orgullo.
Pero el camino de Nicolás no siempre fue fácil. Antes de su paso por Francia, vivió un momento que marcó su carrera mientras jugaba en Italia. En la tercera fecha del torneo, una lesión gravísima le cambió la vida: fractura de peroné y corte de ligamentos en el tobillo. «Fue uno de los peores momentos de mi vida. Estuve mucho tiempo en silla de ruedas y sin poder volver a Argentina. La verdad, pensé que no iba a poder seguir jugando», confiesa.
Sin embargo, la solidaridad de sus compañeros y la contención de su familia fueron fundamentales. «Tuve dos amigos que estuvieron conmigo todo el tiempo, y mi hermano viajó desde Argentina para cuidarme. Eso fue clave para no bajar los brazos», recuerda emocionado.
Después de un año parado, Gutiérrez incluso pensó en retirarse. «Había perdido la motivación, pero justo apareció esta chance en Francia. Lo analicé bien y decidí darle otra oportunidad al hockey. Hoy no me arrepiento», asegura.
En el plano deportivo, Gutiérrez se define como un jugador versátil. «Me considero un centro. Ni defensa ni delantero, pero me gusta estar siempre en contacto con la bocha. Me encanta armar el juego, asistir y también buscar el gol», explica.
Sobre sus sueños, el sanjuanino no esquiva la pregunta: «Desde chico siempre quise jugar con la Selección Argentina. Sé que desde Francia es difícil y que hay jugadores de mucho nivel tanto mayores como más jóvenes, pero nunca voy a dejar de soñar con vestir la celeste y blanca«.
Vivir en el extranjero tiene sus pros y sus contras, y Nicolás lo sabe bien. A los jóvenes que sueñan con llegar al profesionalismo, les deja un consejo claro: «No se apuren. Que te llegue una oferta de Europa no siempre significa que sea lo mejor. Hay que estar igual o mejor que en casa. Si las condiciones no son buenas, es mejor seguir entrenando y esperar. Las oportunidades van a llegar».
Para Gutiérrez, nada de esto sería posible sin su círculo más cercano. «A mi familia le debo todo: mis viejos, mis hermanos, mi novia. Ellos siempre están para bancarme, sobre todo en los momentos más complicados. La distancia lo hace todo más difícil, pero su apoyo es lo que me impulsa a seguir» concluyó.